Hace ya más de
nueve meses que una de las leyendas más grandes de este club se fue
y al igual que pensé entonces, cuando escribí ésto, de todas las
frases que se le dedicaron, sin duda la que más me gustó y a su vez
impactó fue una que decía así “no te conocí pero te quiero”.
Supongo que creo
que es la que más se acercó a la realidad de aquellos días. Una
realidad en la que, seguro, miles de personas se despertaron la
mañana de un sábado y desearon volverse a dormir. Una realidad en
la que esa gente prestó gran parte de su tiempo a despedirse de
usted y a darle las gracias, que nunca serán suficientes. Y una
realidad en la que personas desconocidas para usted se levantaron un
domingo e hicieron de la puerta 8 del Calderón, su altar. ¿Y quién
de esas personas, y de las que estaban un poquito más lejos, no tuvo
que vivir su homenaje con un nudo en la garganta o con lágrimas en
los ojos? Luís, no le conocimos, pero le queremos. Por usted, el 1
de febrero ya no será un buen día para aquel que ame el fútbol.
Ese deporte al que usted dio tanto y al que tanto deja. Por usted,
tenga seguro que mis nietos conocerán hasta con qué pierna lanzó
en Bruselas. Y por usted, no hay partido en el Calderón en que el
cielo no retumbe escuchando a la afición corear su nombre. Porque
estoy segura de que vamos a intentar devolverle todo lo que usted dio
y da al Atlético de Madrid y creo que no hay mejor manera de hacerlo
que recordándole. Pero, desgraciadamente, no todo el mundo está
dispuesto a hacerlo. Y es que aunque usted esté ahora en algún
lugar de ahí arriba la gente de aquí abajo sigue igual. Y al igual
que se le criticó o se le intentó ignorar en vida, hubo gente, y la
sigue habiendo, que aquellos fatídicos días de febrero se atrevió
a seguir haciendolo. Sólo me gustaría decir, como dijo Torres, que
los que le echamos de menos ya hemos ganado y que pobre de aquel que
no tenga un lugar en la memoria para el más grande.
No le conocimos
Luís, pero tenga claro que nunca le olvidaremos.

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